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sábado, 2 de octubre de 2010

El Nacimiento del Niño Jesús

El nacimiento de Jesús,  como ocurriría luego con toda su existencia, está rodeado de una serie de aspectos no aclarados en forma suficiente y en torno a los cuales,  han surgido las más variadas y contrapuestas explicaciones,  tal es el caso de la anunciación.

Se sabe que Nazaret era un pueblo pequeño,  en cuyo seno las mujeres se reunían a diario junto a los pozos para hacer sus diversas tareas.  Entre ellas había una llamada Mirían ( María, en arameo),  quien estableció relación amistosa con un joven aprendiz de carpintero de nombre José.

Andando el tiempo,  cuando María contaba trece años,  José la solicitó en matrimonio d acuerdo a las costumbres de la época.   Previa consulta de José con sus padres,  éstos visitaron a los de María y,  una vez todos de acuerdo,  fue celebrado un compromiso formal,  sin convivencia,  mediante el cual la pareja quedaba unida  por lazos indisolubles,  aunque cada uno vivía en casa de sus respectivas familias.

En el caso de José y María,  los meses entre el compromiso y el matrimonio,  fueron ocupados en la compra de muebles y todos los enseres necesarios para la formación del futuro hogar.  Afirmase que un día,  en la mitad entre el compromiso y el matrimonio,  María recibió la visita del Ángel Gabriel,  quien pronunció estas desconcertantes,  y dulces palabras:  “Has hallado gracia a los ojos de Dios.  Vas a ser madre y darás a luz un hijo al que llamarás Jesús.  Su título será Hijo del Altísimo,  reinará para siempre y su reino no tendrá fin.”

Se añade que María entendió vagamente que iba a ser madre de un Rey de Reyes pero,  sin terminar de comprender,  preguntó: “Cómo sucederá esto,  siendo yo virgen?”,   a lo cual el Ángel Gabriel,  añadió  “El Espíritu Santo bajará sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con su sombra.  Por eso el niño que va a nacer de ti será llamado el Hijo de Dios”

Mientras tanto,  según tradición muy difundida,  inspirada e el decir de San Mateo,  un ángel se presentó al joven carpintero mientras éste dormía,  diciéndole: “José,  hijo de David,  no temas recibir en tú casa a María, tú esposa,  pues lo concebido en ella es obra del espíritu Santo.  Dará a luz un hijo,  a quien pondrás por nombre Jesús,  porque salvará al pueblo de sus pecados.”

Conforme el Evangelio,  esto debió ocurrir así,  para que se cumpliera la siguiente predicción del profeta Isaías:  “He aquí que una virgen concebirá y parirá un hijo,  y se le pondrá por nombre  Emmanuel,  que quiere decir:  Dios con nosotros.”

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