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domingo, 10 de octubre de 2010

CANTOS NAVIDEÑOS DEL PUEBLO VENEZOLANO

Los cantos navideños,  hoy menos que ayer,  son entonados en las casa de familia,  tanto en los campos como en las ciudades,  Frente al Niño o los pesebres que se levantan en cumplimiento de una promesa o por simple tradición,  en todos los hogares cristianos.

Como apunta la folclorista y escritora Isabel Aretz,  en muchas partes de Venezuela los cantos navideños se conocen con el nombre de Aguinaldos,  porque los cantadores o los "pastores" recorren los pesebres y luego reciben un obsequio o aguinaldo,  según los casos;  pero existen muchos otros cantos destinados al Niño Jesús que se entonan durante los diferentes festejos que se hacen en su honor.

Desde el mes de noviembre,  cuando se comienzan los paseos del Niño por los campos,  la imagen es conducida por promeseros que recorren largas distancias a pie,  cuyo paseo es muy festejado en todos los pueblos.  Es tradición que algunos dueños de casa soliciten especialmente la concesión de que el Niño pernocte allí,  para realizar rosarios cantados y velorios.

Cuando un hogar es bendecido por la oportunidad de la visita del Niño,  se invita a cantores que entonan tonos a tres voces en los llanos y en Carabobo;  tonos a dos voces en Trujillo,  Portuguesa,  Lara y Yaracuy;  salves,  romances y estribillos también en dúos,  en el estado Falcón;  romances al Niño en el estado Zulia,  así como otras manifestaciones o fulías con recitado de décimas en Barlovento.

En ocasión de los velorios del Niño Jesús,  y más a menudo durante el novenario que se celebra desde el 16 de diciembre,  en los campos se realizan rosarios cantados,  en los cuales alternan los rezos con los cantos.  Fuentes diversas señalan que en algunos pueblos de los Andes,  sobre todo en el Táchira,  se acostumbra a que las aldeas costeen misas y paseos que van acompañados por la banda del lugar,  o por conjuntos musicales típicos traídos de los campos.

En los pueblos de Lara y de los Andes se organizan regiamente procesiones de posadas que alcanzan su máximo esplendor la última noche,  cuando aparecen San José y la Virgen con su burrita de carne y hueso o en imágenes sacadas de la iglesia. Estas procesiones van de puerta en puerta entonando coplas alusivas a la peregrinación de la Virgen en la noche en que iba a dar luz.

Los llamados aguinaldos,  en sus diversas significaciones e interpretaciones,  tales como un modo de intercambiarse regalos entre las personas o como una manifestación musical polifacética,  constituyen un interesante aspecto dentro de la Navidad en Venezuela.

Ángel Rosenblat,  en su obra "Temas Navideños",  dedica unos interesentes comentarios a los aguinaldos.  ¿Porqué en Venezuela llamamos además aguinaldos a los villancicos o canciones de Navidad?  Tenemos que recorrer toda nuestra celebración de nuestras Navidades.  En primer lugar,  las misas de aguinaldo,  que se celebran tradicionalmente de madrugada en los pueblos y ciudades.

Sigue Ángel Rosenblat en sus comentarios:  las misas de aguinaldo en la Iglesia de San Juan,  por ejemplo,  están anunciadas,  en el año de 1959,  para las 4 y 30 de la madrugada,  del 16 al 24 de diciembre,  y el canto de los aguinaldos – dice el anuncio – está a cargo del "Coro Parroquial de Aguinaldos".

Nuestro insigne poeta Manuel Felipe Rugeles,  en su obra "Lo popular y folclórico en el Táchira",  dice que fue gracia otorgada el 5 de agosto de 1585 por el Papa Sixto V a este hemisferio,  para que se cantaran estas misas de aguinaldo durante nueve días consecutivos antes de la Pascua de Navidad,  en las primera horas de la mañana. La Bula Papal concedía "indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles,  que,  confesados y comulgados,  asistiesen a esas misas".

Rómulo Gallegos,  en su novela "La Trepadora",  nos da una imagen de la misa de aguinaldo en la pequeña y humilde iglesia de Cantarrana,  a la que acudían los campesinos y señores de la hacienda:   Desde la Casa Grande se oía,  a ratos,  el alegre repique de las campanas de la iglesia,  el estallido de los cohetes y la detonación d los petardos.  Las muchachas saltaban de sus camas,  charlando y rebullendo,  mientras en el cielo limpio temblaban,  friolentas,  las estrellas.

Y continúa Don Rómulo Gallegos en su obra "La Trepadora",  contándonos los de la misa de aguinaldos:  El padre Jaramillo despachó la misa en un santiamén,  y enseguida comenzaron a chischear las maracas,  y el furruco a roncar,  a tiempo que se elevaban voces agudas y vibrantes entonando los aguinaldos al Niño Jesús.

Dice Gallegos,  en su misma obra "La Trepadora",  que el aguinaldo es un canto precipitado,  alegre y pagano,  que hacía olvidar que se estaba en un templo.  Lo ejecutaban las muchachas del pueblo,  en el coro,  con un grupo rústico de cabezas tocadas con mantillas blancas,  de rostros encendidos en los reflejos de un velón de cera.

Las canciones de pastores y villanos – las aleluyas villanas o villancicos – habían ganado en España el camino del altar,  y penetraron también en nuestras iglesias coloniales. Hay noticias de que entre nosotros se representaron con carácter popular,  en salas o corralones,  en casas de familia o en conventos,  con títeres, música pastoril y animados Nacimientos.

 El desaparecido maestro musical Vicente Emilio Sojo,  se dedicó en buena parte de su productiva vida,  a recoger y difundir los villancicos,  defendiéndolos con entusiasmo con descripciones como ésta:   Los antiguos villancicos venezolanos,  compuestos para el nacimiento,  eran de ingenua melodía y desprovistos de rítmicas complicaciones. La estructura musical del aguinaldo que apareció posteriormente  tiene cierta complejidad característica,  proveniente de la danza y la contradanza. 

Hay otro aspecto,  igualmente tradicional y vivo,  que es la parranda de Navidad.   Desde el 15 de diciembre hasta el Día de Reyes,  por lo común,  grupos de hombres,  mujeres y niños van de casa en casa cantando sencillas coplas o cantares,  tradicionales o improvisados,  con temas alusivos a las Navidades y pidiendo aguinaldos.   Son las parrandas,  más o menos numerosas,  más o menos escogidas,  con acompañamiento variado,  según las regiones,  de cuatro o guitarra,  maracas,  furruco, huire o charrasca,  panderetas,  pito y tambora.

Originalmente,  las coplas de aguinaldo eran las coplas con las que la parranda pedía el aguinaldo.  Y como junto con ellas cantaban las coplas religiosas de la Natividad,  el nombre se extendió a todo el género.  Luego se hizo entre la gente culta la distinción entre aguinaldos "a lo divino" y aguinaldos de "parranda".

El nombre de copla de aguinaldo,  y luego simplemente aguinaldo fue desterrando en algunas partes al villancico,  y se aplicó a toda copla de Navidad. Por eso,  ya se se ve porqué en Venezuela y en gran parte del mundo hispánico no solo se piden aguinaldos,  sino que se cantan.  Es la penetración de los intereses profanos dentro de las maravillosas firmas del viejo mundo religioso.

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