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lunes, 25 de octubre de 2010

APUESTAS DE AGUINALDOS

La única mención referente a la costumbre de las apuestas de aguinaldo en el campo, la recogimos en la aldea San Isidro (municipio Delicias), según informe del señor Rufo Buitrago. Es así:
“Se acostumbran las apuestas de aguinaldos. Entre hombres y muje­res, y también entre hombre y hombre o entre mujer y mujer. Se ponen de acuerdo diciéndole a la mujer: Vamos a apostar un par de zapatos contra una camisa.”

Las apuestas acostumbradas son:

Al dar y no recibir.
Al tiento de espaldas.
Al grito a media noche.
Pajita en boca.
Al mudo.
A la pisada de quicio”.

A continuación indicamos en qué consiste el juego:
En el dar y no recibir, como su nombre lo indica, uno de los jugadores le ofrece al otro algún objeto; si el otro lo recibe, pierde. En este caso se dan circunstancias graciosas, porque si la persona que recibió el objeto es nerviosa, comúnmente deja caer el objeto que acaba de recibir cuan­do se percata de su error.
El tiento de espaldas consiste en sorprender a la persona descuida­damente por la espalda, y gritarle ¡Mis aguinaldos!, con lo cual pierde su apuesta.
En el grito a media noche, uno de los jugadores cuando supone que el otro está dormido, llega hasta su casa y le grita llamándolo; si el otro responde, no ha perdido; pero si no responde lo despierta gritándole ¡Mis aguinaldos!, con lo cual le gana. Añade el informante que como este modo es muy incómodo, puesto que hay que trasnochar, no lo juegan si no es por mucha plata.
La pajita en boca consiste en que cada uno de los jugadores debe llevar siempre en su boca una pajita de las mismas dimensiones y tipo de planta escogida en el momento de casar la apuesta. Si durante el tiempo que dura dicha apuesta, que puede ser uno o más días, al pedir uno al otro que muestre la pajita no la saca de la boca y la muestra, ha perdido. (Este modo se presta a hacer trampas, porque si el jugador pierde la pajita o la deshace en su boca, puede cortar una nueva, o la reemplaza por otra pre­parada de antemano).
El que se llama al mudo, como lo indica el nombre, consiste en que uno cualquiera de los jugadores le habla al otro, y el otro no puede res­ponder ni siquiera con una sílaba; si lo hace, pierde.
La pisada de quicio consiste en apostar a no pisar el quicio de la casa (cosa que es muy común en los campesinos cuando están de visita pasa­jera donde el vecino). Si uno de los jugadores ve al otro pisándolo, le grita ¡Mis aguinaldos!, y pierde.

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