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jueves, 21 de octubre de 2010

REFLEXIÓN PARA NAVIDAD

Navidad, palabra que engloba alegría, reconciliación, paz, amor. 
Esa es la verdadera Navidad, pero si miramos a nuestro alrededor vemos al mundo enloquecer por otras preocupaciones  y pensamos ¿Cuándo perdimos el verdadero sentido de lo que es la Navidad?  ¿En qué momento nos desviamos de esa maravillosa energía? 
El mes de Diciembre siempre ha tenido la connotación amorosa,  la representación del renacer del ser, inmutable y sereno,  pero los seres humanos nos hemos dado a la tarea de hacer de este tiempo un tiempo de mercadeo, de peso, de conflicto, de tristeza, de dolor por no poder dar a los míos una representación de mi afecto. 
Realmente esto no es así.  El amor se entrega a través de un abrazo, de un beso, de una caricia.  Nosotros hemos etiquetado el amor en una joya, en un vestido, en un juguete...es por ello que la Navidad ha perdido su sentido. 
La unión familiar  no se expresa de la manera adecuada. Estamos en unión pero no lo estamos. Nuestros niños tienen los juguetes, pero no tienen los padres que jueguen con ellos, porque están ocupados en sus conversaciones de adultos. 
Los niños se meten en sus mundos de juegos y sus padres en sus mundos de adultos  y la familia va tomando una connotación, de tú en tu mundo y yo en el mío. 
Una separación, una división. 
Creemos mantener una vida perfecta  y en el momento menos oportuno nos damos cuenta que ya no tenemos nada,  que estábamos caminando solos en la vía, que los demás se quedaron atrás o yo me quedé atrás. 
El egoísmo es el que marca el sendero.  Todo esto es parte del deterioro  del nosotros mismos. 
Vinimos a un mundo a crearlo en amor y,  nos hemos perdido en una destrucción de valores. 
No existe el respeto de los espacios entre nosotros, la libertad se ha confundido y el niño se siente abandonado  y recurre a algo que llene su tiempo. 
Hoy en “Con Sabor a Navidad” te invitamos a que levantes tu mirada al cielo  y observe las nubes pasar con la brisa, sentir la brisa mover tus cabellos, observar el verdor de las montañas, el color de las flores, el aroma de la tierra mojada,  el baile de los árboles con la brisa,  la roca que a pesar que no se mueve,  se hace sentir. 
Todo esto nos lo dieron para cuidarlo.  Y nosotros  ¿Qué estamos haciendo con ellos?. 
Que en esta Navidad  nuestro propósito sea comenzar a construir una verdadera familia. Que el tiempo sea compartido, entre tus responsabilidades laborales y la responsabilidad de  tu hogar.
Que nuestra vida deje de ser tan monótona, fría y se llene de paz y calor a través del amor incondicional a los tuyos y a los que te rodean.  Que todo aquel que necesite amor lo consiga a través de un abrazo y un beso,  que no se quede ningún niño, sin el amor de sus padres. 
Reconcíliate contigo mismo,  entrégate y sé como realmente eres:  Esencia pura de amor divino.

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