Radio

Radio

Faltan



sábado, 16 de octubre de 2010

LOS PESEBRES Y LOS REYES - RAFAEL MARIA ROSALES

Todas las estampas de los pesebres navideños están modeladas en la reblandecida limpieza del anime,  la gracia alcoholada de la cerámica o la generosa complacencia de la madera. La vestimenta usada tiene el olor a retazo viejo y la intención artística de quienes ponen interés,  entusiasmo y devoción al servicio de una tradición renovada en la fe sencilla del alma nativa.

Estos pesebres hogareños involucran típica característica de la región occidental del país.  El Nacimiento es colocado al terminar la confección del pesebre,  pero el Niño Jesús no se pone en su cuna sino hasta la noche de la Navidad,  cuando la alegría de todos está bullente en los villancicos con pasión de siglo y el fervor musical saltando en las bandolas,  guitarras y tiples.

Durante los días y las noches navideñas,  romerías jubilosas andan de pesebre en pesebre admirando la virtud de unas manos con cariño de estrella, por el arte místico y cálido que sobresale que sobresale en la popularidad de estos monumentos en homenaje a la Navidad.

La noche de Año Nuevo,  en el momento en que el viejo año quema sus barbas en el dintel del tiempo y el nuevo llega con su carga de sueños y esperanzas,  se hace la "Parada del Niño",  simbolizada en poner de pié el infante que ha estado acostado desde el 24.  Habrá reiteración de voces y perfume de oraciones,  así como motivos de degustar lo sabroso de la cocina regional con la acostumbrada cena después del Te Deum.

En la mañana del primero de enero estarán los papelitos colocados en el recipiente discreto señalando el uso tradicional de los "compadres de papelito".  Al azar se sacan de dos,  en cajas diferentes,  el papelito de los varones y el de las hembras,  cuyos nombres han de establecer de una vez el vínculo cariñoso y el cual ha de afirmarse con el cruce de regalos. 

Y el pesebre continúa acercando a todos con el hilo mágico de su atracción de bondad,  amor y votos,  hasta el 6 de enero,  día de la llegada de los Reyes Magos,  con el incienso de la tradición,  el oro de la fraternidad y la mirra de la intimidad.  Estos son, más o menos,  los motivos navideños del Táchira.  La sencillez del pueblo demuestra en ellos y con ellos,  una cultura popular mantenida a través de los años con sostenida dedicación y ejemplar empeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario