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miércoles, 13 de octubre de 2010

NAVIDAD FIESTA DE VIDA

A través del tiempo,  la Natividad del Señor se ha traducido en arte y en formas de color y fiesta.  San Francisco de Asís convertirá el Misterio en vida y dará al pesebre un gran sentido humano.  Bajo la bóveda celeste,  Francisco prepara el pesebre,  y sobre el pesebre un altar.  Las campanas llaman a Nochebuena,  pastores y campesinos,  con antorchas y rebaños,  plenan alegres aquella tierna escena de Navidad.

Con este episodio,  Francisco de Asís populariza el pesebre.  Pero solo a mediados del siglo XV,  se designará con tal palabra latina la escena del nacimiento de Jesús en Palestina. Y si por pesebre entendemos,  no a la nueva representación,  sino el conjunto decorativo que se arma por Navidad y luego se desmonta,  hay que esperar hasta 1562 para encontrar en la iglesia de los jesuitas,  en Praga,  el primer Belén que registra la historia.

En alas del arte y la fe,  pronto se extiende y populariza la costumbre del pesebre por Europa.  De su raigambre popular nos hablan las calles y hosterías dedicadas al Belén en la "Vía del Figurari" en Nápoles y las llamadas "Bambinai",  en Palermo.  Los italianos,  todos cristianos con su corazón sembrados en Asís,  plenaron con su entusiasmo la popularidad de la costumbre.

Y llega la edad de oro del Pesebre,  en el siglo XVIII,  bajo el impulso de un monarca – Carlos III -  mecenas y pesebrista,  quien regirá por años los destinos de Nápoles y luego los de España.  En 1739 construye la fabrica de porcelana Capodimonte y propaga por la compañía las figuras y pesebres que modela con su esposa María Amalia.

El ejemplo de Carlos III cala en la aristocracia y en el pueblo,  admirados por el trabajo de sus manos, y se forma la rica escuela del "Presepio Napolitano",  o dicho en nuestra lengua,  el "Pesebre Napolitano".  Arte,  colorido,  tipismo,  religiosidad,  se funden con la cerámica y la "terracota",  en una versión napolitana del Evangelio,  que dibuja lo humano y lo divino de la Navidad"

 Con alguna influencia de aquella escuela,  florece el arte del pesebre por Austria,  Alemania,  Portugal y España.  Conquistó el corazón de la América hispana y morena,  donde se desarrolla en Ecuador, Perú, México,  Colombia y Venezuela.  A dos mil años y más,  el eterno pesebre de la Navidad recuerda el camino de los humildes pastores con la gloria a Dios en las alturas,  y en la tierra,  la gracia a los hombres y a la paz.

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