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sábado, 2 de octubre de 2010

LAS MISAS DE AGUINALDO, VILLANCICOS Y PARRANDAS

Decíamos  que las misas de aguinaldo suelen ser un acontecimiento en los pueblos,  y aún en las ciudades.  En Caracas,  después de la misa,  se reunían grupos de muchachos en el Parque de Los Caobos, en la Avenida La Paz de El Paraíso  y últimamente lo hacían en el Paseo de Los Próceres.  En San Cristóbal,  la avenida Libertador a la altura de Las Lomas, era sitio tradicional de encuentro madrugador de eximios y temerarios patinadores de la madrugada.

Antes era habitual,  al salir de la iglesia,  ir a tomar café negro con arepitas en puestos callejeros y ubicados al amparo de algún parque.   También era ocasión propicia para el encuentro furtivo de novios,  que aprovechaban el frío de la mañana como una espléndida oportunidad para refrescar sus amores y tener muy juntitas sus manos.  Aquí,  lo religioso se unía armoniosamente con los más puros sentimientos del corazón.

Esas misas de aguinaldo,  por concesión especial de la Santa Sede a Venezuela,  se pueden incluir las misas votivas de la Virgen,  aunque el rito del día lo impida.  Y el episcopado venezolano dio en 1.928 la siguiente instrucción:  “Los villancicos de Navidad,  llamados entre nosotros aguinaldos,  no podrán cantarse más dentro de la misa,  pero sí los permitimos inmediatamente antes o inmediatamente después del Santo Sacrificio, con la prohibición absoluta de acompañarlos con instrumentos que no sean religiosos,  como guitarra,  maracas,  panderos y el tambor,  vulgarmente denominado furruco.”

A pesar de la prohibición de cantar aguinaldos dentro de la celebración de la Santa Sacrificio en 1.928,  se ha tenido ocasión de oír aguinaldos durante la misa,  aún con acompañamiento de cuatro,  maracas y pandereta.  Es también habitual cantar aguinaldos en la Misa de Gallo,  en la de Nochebuena  y  en Año Nuevo.  Además,  en los últimos años se ha llegado a intercalar un verdadero concierto de aguinaldos en algunas misas más frecuentadas:  las  del 25 de diciembre,  primero de enero,  6 de enero o de los domingos intermedios.

El aguinaldo es la forma venezolana del villancico o canción de Navidad.  Las canciones de pastores y de villanos,  es decir,  las aleluyas villanas o villancicos,  habían ganado en España el camino del altar y penetraron también en nuestras iglesias coloniales.   Hay noticias de que entre nosotros se representaron con carácter popular,  en las salas o corralones,  en casa de familia o en conventos,  con títeres y música pastoril,  animados nacimientos.
Hay otro aspecto,  igualmente tradicional y vivo,  que es la parranda de Navidad.   Desde el 15 de diciembre hasta el día de Reyes,  por lo común,  grupos de hombres,  mujeres y niños van de  casa en casa cantando sencillas coplas o cantares,  tradicionales o improvisados,  con temas alusivos a las navidades y pidiendo aguinaldos. Son las parrandas,  más o menos numerosas,  más o menos escogidas,  con acompañamiento variado,  según las regiones,  de cuatro o guitarra,  maracas,  furruco, charrasca,  arpa,  carángano,  chinesco,  pito,  pandero,  tambora, que se detienen de puerta en puerta y cantan,  saludando a los de casa, alabando a los componentes del hogar y dirigiéndose al Pesebre entonando coplillas alusivas a la Natividad, o sea,  los aguinaldos a lo divino.

En la ocasión que un dueño de casa muestre su esplendidez,  brindando a los aguinalderos con ron,  wisky o brandy,  ponche crema,  chicha,  guarapo,  calentao o cocuy,  aguardiente o piñita,  hallaquitas o bollos,  dulce de lechosa,  frescos de frutas y a veces hasta dinero,  los aguinalderos agradecen el gesto con sus cantares y se despiden anunciando que por tan gentil y generosa atención el próximo año estarán de regreso nuevamente.

Lo cierto es que cantar aguinaldos constituye una tradición en Venezuela.  Esas jubilosas melodías se oyen desde mediados de noviembre hasta el mes de enero.  Suenan y resuenan jacarandosas en sus dos partes,  dispuestas en cercanía,  de tonalidades diferentes,  con un solo de factura cultura,  más el constante estribillo que entona el conjunto completo.

Dos tipos de aguinaldos se enseñorean en estos días de diciembre;  aquellos llamados aguinaldos a lo divino y los de parranda,  por lo general de sello profano,  donde se advierten las travesuras y la intención pícara del ingenio popular.  Los muy conocidos “Si acaso algún vecino”  y  “Tum – Tum” se enmarcan en este género,  y son infaltables en el repertorio de los días navideños.

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