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miércoles, 17 de noviembre de 2010

NAVIDAD TIEMPO DE ESPERANZA


Estamos a semanas de una nueva Navidad. Para quienes somos cristianos, este tiempo de Adviento es de espera y de paz, allí tenemos una gran oportunidad de mirarnos, revisar profundamente nuestra propia vida y de prepararnos adecuadamente para acoger este gran misterio y regalo que es Jesús. Sin embargo, más allá de las creencias religiosas, la celebración de la Navidad se ha transformado en un acontecimiento anual universal que traspasa las culturas y los credos, hay un sentido más íntimo en este tiempo que nos invita a deponer las violencias, a trabajar por la amistad y a construir confianzas, en especial en nuestros propios hogares.
En Italia suele decirse que la Navidad se celebra con “los tuyos” y el fin de año “donde quieras”. Hoy esta premisa está más vigente que nunca, ya que ante un mundo que por momentos se sume en la desesperanza, donde las personas viven crecientemente la inestabilidad e inseguridad, en el que el encierro en sí mismo se ha tomado gran parte de nuestras vidas y donde las relaciones humanas han sido invadidas por el utilitarismo y mercantilismo, el 25 de diciembre de cada año nos abre a las familias un horizonte diferente, nos vuelve a colocar frente a la gratuidad como fuente de vida, nos da un aire reponedor de vínculos basados en el amor y que proveen de sentido a la rutina diaria, ilumina los dolores y sacrificios con un bálsamo de significado alentador y llena de sencillas riquezas la vida cotidiana, sin la necesidad de ir tras experiencias extraordinarias para mantener la unidad y concordia familiar.
Navidad es el tiempo la esperanza. Para edificarla adecuadamente en nuestros hogares es necesario que dejemos espacio en estas semanas a la contemplación de la realidad (personas y circunstancias), a la reflexión profunda acerca del rumbo que ha tomado nuestra vida (valores y motivaciones), a las energías que destinamos a la donación mutua (salir de mi mismo y servir a los demás) y al optimismo constructivo que permite dar permanencia a lo humano dentro de nuestras casas (con alegría y paz). La esperanza es la puerta que nos abre a nuevas oportunidades para todos, que nos permite derribar las paredes de nuestro hogar para salir a levantar una sociedad más tolerante, inclusiva, justa y solidaria, es la bandera de lucha con la que podemos cambiar el estado anímico de nuestra patria para hacernos más agradecidos y gratuitos entre nosotros, para que efectivamente hagamos de nuestro querida Venezuela una nación acogedora a la vida y constructora de verdadera comunidad.

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