Navidad (del latín natale) significa el día del nacimiento, el día del aniversario de un nacimiento, la fiesta del nacimiento de Jesucristo. De esta forma, la fiesta de Navidad celebra el hecho histórico del nacimiento de Cristo, la venida al mundo del Verbo Divino hecho hombre.
En Roma, la primera referencia de la Navidad del Señor se remonta al año 336. La fecha del 25 de diciembre se relaciona con la Encarnación (acto en que Dios se hace hombre, uniendo la naturaleza divina a la humana: el misterio de la Encarnación ) que desde el siglo III, según consideraciones astronómicas-simbólicas llevaron a fijarla inicialmente en el 25 de marzo (equinoccio de primavera en el Calendario Juliano). Por otro lado, el 25 de diciembre (solsticio de invierno en el mismo Calendario Juliano) era en la Roma pagana, desde el tiempo del Emperador Aureliano, consagrado al Nacimiento del Sol Invencible.
Era una fiesta mí triaca (relativa al culto de Mitras, el espíritu de la luz divina) del renacimiento del Sol.
Era bastante importante el símbolo del Sol, pues en los países de Europa y de todo el hemisferio Norte, el astro rey parecía adelgazar e ir disminuyendo su calor entre los meses de diciembre y marzo. De esa manera, los pueblos paganos realizaban fiestas y cultos religiosos, marcando la conmemoración del solsticio de invierno el 25 de diciembre con la idea de que el Sol no muriese más, sino que renaciera en primavera, trayendo nuevamente su calor para el hombre y la tierra. Encendían hogueras, erigían altares en las casas, ornamentaban con flores las calles y todo lo hacían para agradar a los dioses de su mitología. Pedían un invierno grato y un sol revivido.
Esto, naturalmente, llevó a la Iglesia Roma na a contraponerles la fiesta cristiana de la navidad de Jesús, el verdadero Sol de Justicia. Así, la fiesta Litúrgica de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo ya era celebrada el mismo 25 de diciembre, también en Roma, por los cristianos, a partir del año 336, como dijimos. Esta fiesta llegó a extenderse por todo el Occidente, no tardando, con el correr de los tiempos, en ser adoptada por todas las iglesias cristianas orientales.
Con la conversión de cada vez más pueblos paganos al cristianismo, la Iglesia no enconando la forma de eliminar aquellas conmemoraciones, con sabiduría, transformó algunas de esas fiestas tradicionales paganas que estaban arraigadas en el sentimiento nativo.
Se asegura que fue el Emperador Constantino I, el Grande (274-337) hacia el final de su reinado, quien determinó que el nacimiento de Jesús debía ser celebrado el día 25 de diciembre en todo el imperio romano. Según la tradición, ese hecho ocurrió cuando Constantino construía una basílica sobre la tumba de San Pedro, en la propia colina del Vaticano, justamente en el sitio privilegiado para el culto solar.
La fijación oficial de esa fecha fue determinada por el santo Padre Julio I y el primer calendario de que se tenga noticia de que marcó la festividad como Nacimiento de Jesús fue el de Filocalos, en el año 354.
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