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lunes, 6 de diciembre de 2010

NAVIDAD

Navidad (del latín natale) significa el día del nacimiento, el día del ani­versario de un nacimiento, la fiesta del nacimiento de Jesucristo. De es­ta forma, la fiesta de Navidad celebra el he­cho histórico del nacimiento de Cristo, la venida al mundo del Verbo Divino hecho hombre.
En Roma, la primera referencia de la Navidad del Señor se remonta al año 336. La fecha del 25 de diciembre se relaciona con la Encarnación (acto en que Dios se hace hom­bre, uniendo la naturaleza divina a la humana: el misterio de la Encarnación) que desde el siglo III, según consideraciones astronómicas-­simbólicas llevaron a fijarla inicialmente en el 25 de marzo (equinoccio de primavera en el Calendario Juliano). Por otro lado, el 25 de di­ciembre (solsticio de invierno en el mismo Calendario Juliano) era en la Roma pagana, desde el tiempo del Emperador Aureliano, consagrado al Nacimiento del Sol Invencible.
Era una fiesta mí triaca (relativa al culto de Mi­tras, el espíritu de la luz divina) del renaci­miento del Sol.
Era bastante importante el símbolo del Sol, pues en los países de Europa y de todo el he­misferio Norte, el astro rey parecía adelgazar e ir disminuyendo su calor entre los meses de diciembre y marzo. De esa manera, los pue­blos paganos realizaban fiestas y cultos reli­giosos, marcando la conmemoración del sols­ticio de invierno el 25 de diciembre con la idea de que el Sol no muriese más, sino que renaciera en primavera, trayendo nuevamen­te su calor para el hombre y la tierra. Encendían hogueras, erigían altares en las casas, or­namentaban con flores las calles y todo lo ha­cían para agradar a los dioses de su mitología. Pedían un invierno grato y un sol revivido.
Esto, naturalmente, llevó a la Iglesia Roma­na a contraponerles la fiesta cristiana de la navidad de Jesús, el verdadero Sol de Justicia. Así, la fiesta Litúrgica de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo ya era celebrada el mismo 25 de diciembre, también en Roma, por los cristianos, a partir del año 336, como dijimos. Esta fiesta llegó a extenderse por todo el Occidente, no tardando, con el correr de los tiempos, en ser adoptada por todas las iglesias cristianas orientales.
Con la conversión de cada vez más pueblos paganos al cristianismo, la Iglesia no encon­ando la forma de eliminar aquellas conme­moraciones, con sabiduría, transformó algu­nas de esas fiestas tradicionales paganas que estaban arraigadas en el sentimiento nativo.
Se asegura que fue el Emperador Constan­tino I, el Grande (274-337) hacia el final de su reinado, quien determinó que el nacimiento de Jesús debía ser celebrado el día 25 de di­ciembre en todo el imperio romano. Según la tradición, ese hecho ocurrió cuando Constant­ino construía una basílica sobre la tumba de San Pedro, en la propia colina del Vaticano, justamente en el sitio privilegiado para el cul­to solar.
La fijación oficial de esa fecha fue determi­nada por el santo Padre Julio I y el primer calendario de que se tenga noticia de que marcó la festividad como Nacimiento de Jesús fue el de Filocalos, en el año 354. 

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