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viernes, 24 de septiembre de 2010

Navidad, época de amor y paz

Se aproxima la Navidad!   Por estos días comienza a volar sobre el mundo un aire lleno de amor, paz y esperanza,  que lleva a los ánimos fatigados por el duro batallar del año,  un mensaje de lleno de fe  y de esperanza.   ¿Qué motiva la actitud de recogimiento y ternura que todos respiramos por ésta época?     ¿Será, acaso,  el atractivo de las fiestas y de los brindis?   ¿O, tal vez,  la posibilidad de dar y recibir regalos de valor y belleza?
El espíritu cordial y generoso que nos acompaña en Navidad,  que transforma la conducta habitual del hombre,  se debe a que esta fiesta nos recuerda uno de los momentos estelares en la historia del género humano, como lo es el nacimiento de Jesús,   El Salvador.  ¿Cuándo,  cómo  y  por qué  vino Jesús a la vida?.   El maravilloso suceso ocurrió hace mucho tiempo,   dicen que hace dos mil años,  en la pequeña población de Belén,  en el interior de una gruta enclavada en el corazón de la montaña,  distante unos diez kilómetros de Jerusalén

Se llamaban  José y María los padres del Redentor,  de la familia de David,  vecinos de Nazaret,  desde donde llegaron aquel maravilloso día a Belén para inscribirse en los registros de un censo especial ordenado por el gobierno romano para todos sus súbditos. José y María anduvieron todo el día,  cumplieron su compromiso de inscripción y llegada la noche, se dieron a la tarea de conseguir alojamiento en el pueblo,  pero sin tener suerte.  Debido al avanzado estado de embarazo de María,  decidieron guarecerse en una de las grutas utilizadas por los pastores en los campos vecinos para descansar.

La noche,  negrísima y silenciosa,  estaba llena de singular tranquilidad.  De pronto,  un brillante haz de luz rompió las tinieblas y un cántico de voces celestiales señalaron la llegada del Mesías.   Unos pastores que moraban por el campo y velaban por la seguridad de sus rebaños quisieron huir,  asustados,  cuando se les presentó un Ángel del Señor diciéndoles. “No temáis, os anuncio una gran alegría que es para todo el pueblo:  ha nacido El Salvador,  que es el Cristo Señor.  Allí está,  es un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.    ¡Es el Hijo de Dios!”

Este es el acontecimiento que la inmensa mayoría de la humanidad conmemora la noche del 24 de diciembre,  al filo de la media noche y la alborada festiva del 25.   Belén significa “Ciudad del pan”, y Jesús consciente de esta providencia, bajo el símbolo del pan,  inició una subyugante historia que es la historia de la bondad, el amor y la paz en la tierra entre los hombres de buena voluntad.....


miércoles, 22 de septiembre de 2010

Con Sabor a Navidad

La historia de la humanidad es una sola desarrollada en diferentes parajes,  pero curiosamente unida a un tronco común que se pierde en el origen de los tiempos.

Con relación a la Navidad,  el trazo dejado a los largo del camino se puede seguir con un poco de esfuerzo hasta llegar a celebraciones realmente dignas de la llegada del Mesías.

Una de las fiestas más importantes del cristianismo es la natividad de Cristo. En ella se celebra este hecho histórico,  es decir,  la venida al mundo del Verbo Divino hecho hombre.

La Navidad es una paradoja: es un tiempo de cosas nuevas y renacimiento y,  a la vez,  un tiempo en que se venera la tradición.  La Navidad es lo antiguo y lo nuevo entretejido en un paquete envuelto parea regalo,  listo para que lo abramos y los disfrutemos.

La Navidad es lo nuevo y lo primero ante todo;  es una celebración del nacimiento y renacimiento.  Es tiempo de preparación,  de utilizar todo lo que hay dentro de nosotros para preparar el lugar de nuestras mentes y corazones donde nacerá el Espíritu de Cristo.

Hace casi dos mil años,  el nacimiento de Cristo anunció el comienzo de una nueva era de comprensión espiritual,  y trajo los regalos del amor y la luz a un mundo que llevaba tiempo en la oscuridad.

Este nacimiento significó el surgimiento de algo único y original,  algo que el mundo no había conocido antes.  Algo divino que marcaría la historia de la humanidad en el concepto más noble del amor y la caridad.

martes, 21 de septiembre de 2010

ABECEDARIO DE LA NAVIDAD

Agradecer a Dios el habernos regalado las personas con las que
convivimos.
Buscar el bien común por encima de los intereses personales.
Confiar en nuestro padre celestial en todo momento.
Dar lo mejor de uno mismo, poniéndose siempre al servicio de los otros.
Estimar a los otros sabiendo reconocer sus capacidades.
Facilitar las cosas dando soluciones y no creando más problemas.
Ganar la confianza de los otros compartiendo con ellos sus preocupaciones.
Heredar la capacidad de aquellos que saben ser sinceros con valentía y respeto.
Interceder por los otros a Dios, antes de hablarle de nuestras cosas.
Juzgar a los otros por lo que son, no por lo que tienen ni por lo que aparentan.
Limitar las ansias personales frente a las necesidades del grupo.
Llenarse con lo mejor que uno encuentra en el camino de la vida.
Mediar entre los compañeros que no se entienden.
Necesitar de los otros sin ningún prejuicio.
Olvidar el miedo al qué dirán dependiendo de la opinión de los demás.
Preocuparse por los más débiles o más necesitados.
Querer siempre el bien de las personas.
Respetar las opiniones de los demás, los derechos de las personas y de los animales.
Salir al encuentro del otro, no esperando que él dé el primer paso.
Tolerar los defectos y límites propios y ajenos con sentido del humor.
Unirnos todos para vivir en paz y armonía.
Valorarse con realismo sin creerse superior a los demás.
X es una incógnita que invita a la búsqueda constante de la verdad con mayúscula.
Yuxtaponer ilusiones y esperanzas, trabajos y esfuerzos por crear fraternidad.
Zambullirse sin miedo en el nuevo día que Dios regala cada mañana.

CARTA DE JESÚS

Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento. El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas ¡llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días han salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue!
La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que por lo menos un día del año, piensan en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad. Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.
Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?. Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿Puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!. Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.
Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí? Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: "¡jo, jo, jo!". Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.  Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Clos! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!
Aguanté aquella "fiesta" hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacer regalos a mí, ¡se obsequian cosas unos a otros! y para colmo, ¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!
Te voy a hacer una pregunta: ¿A tí no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a tí? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!   Una vez alguien me dijo: "Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer regalos?". Ya te imaginarás lo que le respondí... Yo siempre he dicho "Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión!".  Le dije: "Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mí personalmente!" (Mateo 25,34-40).
Muchas personas en esta época en vez de pensar en regalar, hacen bazares o ventas de garaje, donde venden hasta lo que ni te imaginas con el fin de recaudar hasta el último centavo para sus nuevas compras de Navidad. Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o familiares de los presos.
Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no pinto para nada en todo esto. Además cada año los regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados y más caros, se gastan verdaderas fortunas tratando con esto de impresionar a sus amistades. Esto sucede inclusive en los templos. Y pensar que yo nací en un pesebre, rodeado de animales porque no había más.
Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas, pero hace 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.
Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. "Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí, abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. Gracias

Tu amigo Jesús.